Con una comitiva de legisladores visitamos Hierro Indio, una mina de hierro qué décadas atrás operaba Fabricaciones Militares. Empezó su explotación en 1935 y su producción cerró en 1973. Sus nuevos dueños, reingeniería de procesos mediante, reactivaron el proyecto. En 2022 su Declaración de Impacto Ambiental (DIA) fue aprobada por la Legislatura en el marco de la Ley 7722. La empresa culminó con éxito su etapa de exploración y comenzará con todos los informes y autorizaciones previas para pasar a la explotación.

Hierro Indio es un ejemplo de minería bien hecha, sustentable y con cuidado del ambiente. Te voy a contar por qué.

Arrancamos reuniendo la comitiva en El Sosneado. Ahí mismo, de entrada, vimos en acción a la policía minera que estaba haciendo controles a los camiones de carga de áridos, exigiendo las guías de transporte correspondiente.

De ahí retomamos la ruta 40 y a pocos kilómetros de cruzar el Río Atuel nos metimos camino hacia la montaña. Tras una media hora de andar en un paisaje imponente, llegamos al puesto Muñoz, donde está la base operativa del proyecto.

Y la primer pregunta que nos surgió. ¿ Por qué se llama Hierro Indio?. Santiago Fernández, Gerente de Operaciones de Impulsa Mendoza nos lo explica:

A continuación, en una de las oficinas el Director de Minería Jerónimo Shantal, el Director de Protección Ambiental Leonardo Fernández y el CEO de Impulsa, Emilio Guiñazú, nos contaron características de Hierro Indio. El proyecto ya tiene explorado el 3% de su superficie minera y realizó la perforación de 42 pozos, que han aportado información geológica de valor para evaluar los pasos a seguir en materia económica, financiera y técnica, en camino hacia la etapa de explotación.

Un pozo puede resultar exitoso o no a la hora de buscar el mineral. Pero aún el que no encuentra, entrega información útil a la hora de tomar nuevas decisiones de perforación, ya que indica por dónde no seguir. Para darse una idea, un pozo puede llegar a costar aproximadamente el valor de una camioneta.

Antes de dirigirnos hacia la zona de pozos perforados, hablamos con Guillermo Bican, el responsable de la Policía Minera, quien nos comentó las labores que están desarrollando en materia de control de canteras y de los proyectos que hoy están explorando en todo el territorio mendocino. Actualmente este organismo se ha reforzado con profesionales de diversas disciplinas (geólogos, agrimensores, geógrafos, técnicos en higiene y seguridad industrial, etc.).

Una vez allí, comenzamos a caminar y a nuestro paso nos encontramos con rocas de distinto color. ¿Cuál es la diferencia ? Las rocas negras tienen un alto contenido de hierro, en algunos casos, en una concentración de un 60%, es decir, de muy alta ley. La diferencia de peso específico entre dos rocas de tamaños similares -una con hierro y otra sin-, es notable.



Primero se prepara el terreno para que se pueda estabilizar la perforadora. A diferencia de la actividad petrolera donde primero se perfora vertical para luego ir horizontal, acá los pozos van a 45° para poder tener un mayor rango de detección de la veta. Se puede apreciar el tubo blanco con esa inclinación. Ese es un pozo que ya se perforó y ahora está cerrado.

Inmediatamente Andrés Berengua, el encargado de Higiene y Seguridad nos explicó como es la operación de perforacion de pozos, que recordemos, llegó a su primer objetivo y por eso no se está realizando actualmente.

El equipo va perforando con una corona de diamantina con el diámetro de una botella de agua mineral de litro. Una bomba va inyectando lodo de perforación, que permite lubricar el intrumento perforador y por presión, recuperar el material perforado que luego se analizará en los laboratorios: los testigos.

A los efectos de ilustrar, recurro a imágenes de campañas anteriores para que se dimensione como es esta tarea.

Como se aprecia, con cada perforadora hay una pileta del tamaño de una Pelopincho, donde se recolecta el lodo que va saliendo del pozo. Allí, se separa el agua que será reutilizada. Ese lodo no tiene ningún tipo de aditivo en base a hidrocarburos, sino que utiliza minerales como la bentonita, para agregar viscosidad recubriendo las paredes del pozo y evitando derrumbes, ya que puede absorber muchas veces su peso en agua.

Se perfora como mínimo a unos 40 metros y a algo más de 100 metros como máximo. Es muy importante mantener en revisión este aspecto con la ley que se va encontrando en cada yacimiento, ya que hay un umbral de perforación donde se torna antieconómico sacar el mineral de tan abajo. En Hierro Indio ese promedio está en el orden de los 60 metros.

Una de las cosas importantes de señalar es que toda la operación se hace bajo la idea de locación seca. Este es un enfoque de gestión ambiental que minimiza el uso de líquidos evitando derrames y contaminación. Los residuos se tratan y procesan en sitios especiales, manteniendo el suelo limpio.

Cuando se “pesca” el instrumento de perforación, se saca el testigo, como se ve en la imagen de la izquierda. Luego se los clasifica de acuerdo al lugar y a la profundidad en la que se perforó. Esto es clave, por que si no se tomarán decisiones equivocadas que pueden costar muy caro.

En Hierro Indio, el proceso productivo no requerirá de hidrometalurgia para recuperar el hierro de la roca. Es decir que el proyecto no usará agua ni sustancias químicas para ello, sino que lo hará a través de un proceso de separación magnética como explica Santiago y se puede ver en el esquema de abajo.

Ernesto “Lito” Ovando, especialista en Historia Ambiental y miembro de le Escuela de Guardaparques, nos explicó que luego de las tareas de perforación, se le presta mucha atención al piso porque es el primer indicador que empieza a transformarse. Una vez que pasaron la máquinas, empieza un proceso de reconstitución del suelo. Lito se mostró sorprendido por la rápida aparición de la primer alfombra vegetal y el crecimiento de plantas en los lugares donde se había trabajado, producto del tratamiento final que se le dio al suelo al terminar las labores.

Una última cosa. La familia Muñoz, los puesteros del lugar integrados al proyecto, nos recibieron con unas exquisitas sopaipillas fritas en grasa, dulces y saladas. Y nos despidieron con unos sanguches de crudo y queso, que a esa hora, después de tanto andar bajo el sol, fueron la gloria. Nos comentaron que algunas obras que ha hecho la empresa, son un gran beneficio para ellos. La aguada para almacenar agua les da una gran mano para hidratar sus animales. O la apertura y mejoramiento de caminos, que les permite más rapidez de acceso y fácil andar de su ganado.

¿Sabías que un chivo puede llegar a perder un 30% de su peso por el esfuerzo de transitar a través de quebradas y huellas? ¿Te das una idea de lo que pierde esa gente llevando sus arreos hasta donde pueden venderlos ? Esos caminos consolidados que le pueden cambiar la vida a esos puesteros, solo los puede hacer la actividad minera o petrolera. Nadie más. Como me gustaría que este dato -como otros-, lo supieran aquellas personas que tanto se oponen a la minería, mirando solo su metro cuadrado de comodidad ideólogica.

Nos fuimos de Hierro Indio con la satisfacción de ver una tarea bien hecha, donde se cuida el ambiente, se integra a los pobladores de la zona y se genera conocimiento geológico útil para el proyecto y para la provincia. Eso es lo que podemos esperar de los proyectos de Malargüe Distrito Minero Occidental. La tranquilidad de que se puede comenzar a hacer minería como se debe hacer y con los controles adecuados. Una idea que debemos transmitirle a la sociedad mendocina.